Cuando se piensa en un dulce o postre, es de esperarse que el chocolate aparezca en las primeras opciones para deleitarse. Lo que la mayoría ignora, es que para llegar a este resultado se tiene que pasar por un proceso que comienza con un grano tan amargo que es casi incomible. Después de un largo viaje de varias transformaciones, obtenemos el chocolate.
En este proceso, después de la molienda de semillas de cacao previamente descaradas y tostadas, encontramos el alma del chocolate: el licor de cacao.
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